<Miércoles Viscerales>
En el sueño era todo negro. Negro y un silencio embotado. Negro y amarillo. Cenizas. Los silencios así no lastiman.
Tenía la espalda curva, y las alas grises, sin plumas. Las dejó en el aire y bajó. No las necesitaba para volar, ni para lo que iba a ser.
El horror se acerco tibio, lo tomó en sus brazos. Tentáculos de piel sedosa.
Comenzó a devorarlo por la boca, una sensación nueva, una muerte dulce, un escape justo.
Los labios del monstruo se teñían de rojo, y bordó cuando se secaban.
Hizo que perdiera la columna. Un toque adentro, un dolor puntiagudo. Estaba hecha de átomos con espinas; de caricias y cachetadas.
El gorila golpeó la puerta, se creía al rescate, pero él ya estaba entregado: "dejá que me coma, tal vez así me renueve".
Los miró, agachó la cabeza peluda y se fue, golpeándose el pecho, sintiendo el desagradecimiento. Sintiendo que podría haber hecho más.
Mi cabeza lo sabe, por eso lo mete en el sueño. No siempre hacemos lo que sabe la cabeza. No siempre el corazón.
Es la voluntad y su fricción con el espacio.
En el sueño era todo negro. Negro y un silencio embotado. Negro y amarillo. Cenizas. Los silencios así no lastiman.
Tenía la espalda curva, y las alas grises, sin plumas. Las dejó en el aire y bajó. No las necesitaba para volar, ni para lo que iba a ser.
El horror se acerco tibio, lo tomó en sus brazos. Tentáculos de piel sedosa.
Comenzó a devorarlo por la boca, una sensación nueva, una muerte dulce, un escape justo.
Los labios del monstruo se teñían de rojo, y bordó cuando se secaban.
Hizo que perdiera la columna. Un toque adentro, un dolor puntiagudo. Estaba hecha de átomos con espinas; de caricias y cachetadas.
El gorila golpeó la puerta, se creía al rescate, pero él ya estaba entregado: "dejá que me coma, tal vez así me renueve".
Los miró, agachó la cabeza peluda y se fue, golpeándose el pecho, sintiendo el desagradecimiento. Sintiendo que podría haber hecho más.
Mi cabeza lo sabe, por eso lo mete en el sueño. No siempre hacemos lo que sabe la cabeza. No siempre el corazón.
Es la voluntad y su fricción con el espacio.
El de pantalones rayados.
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