lunes, 26 de octubre de 2015

Rosario Bléfari en Il Amichi

8:29 p.m. Posted by DC No comments
Los eucaliptos de la calle principal se agitan por lo mismo que nos asustamos 

tl;dr: Tocó Rosario Bléfari en San Miguel. Se junta Suárez en Mar del Plata. 

Por: Luis Segovia





El viernes 18 de septiembre de 2015 Rosario brillaba. Estaba flaca, pequeña, su corte carré morocho le daba un toque punkie. Acomodaba su xilofón de colores, su flauta y su ladrillito musical aserrado. 

Rosario brillaba y cantaba. 

Todavía no sé si esta concatenación te golpes de teclado cifrados en caracteres será una crónica del show de Rosario Bléfari en Il Amichi. 

Los fantasmas se apilaban en la cabeza. Rosario es el soundtrack de la cuarta adolescencia, de flashar escritor, de querer aprender francés, de chamuyar fotógrafas y que no piquen porque cierra más Alejandro Sanz. Es injusto que los humanos tengamos memoria al pasado nomás, que solamente podamos recordar lo que ya vivimos. Quisiera recordar lo que vendrá, que sea igual de inevitable, de intrasformable, pero quiero recordarlo, siento que podría torturarme con eso también. 

Iba a dejar inconclusa la nota, no se la iba a mandar a Matías. Después vi los clips de Rosario en la terraza...





...que son de 2012 y yo los ví ayer. Esa asincronía me copó.

Dije que era viernes, técnicamente fue sábado, era la una y daban Los Infiltrados que es de 2006, me enganché. Mas o menos a la altura de donde Matt Damon empieza a chamuyar a la psicóloga me desenganché, soy un fan de Di Caprio. Prendí el celular, La Princesa me había escrito avisando que capaz ya arrancaban, puta madre. Salí en la camio a los chapazos. Son casi diez kilometros, no es el record mundial de velocidad, pero en seis minutos estaba estacionado. 

Subí al balconcito de Il Amichi y con toda impunidad puedo decir que el proyecto instrumental electrónico sombrío no me gustó, era muy sombrío. No recuerdo si era Siempre hay panico o Continum 4 o Altares. Le escribí a la princesa porque no quería buscarla, resultó estar a dos metros de mí. Su amiga Perla me ofreció vino, tomé una gota porque manejaba. A ella también le gusta Los Infiltrados, hablamos de la psicologa, compartimos intereses como nenes comparten figuritas, late-nola-late. 

Cuando Rosario arrancó bajamos, me puse a un brazo de distancia de la cantante, vi a Arechaga a unos metros. Rosario acomobada su xilofón, contaba anécdotas de bosques que parecían petrificados, de arropes hechos con bayas, tomaba su whisky con hielo. El guitarrista fumaba, el percusionista era un personaje simpático, energético, en un momento Bléfari le pide que se acerque un poco, pues estaba en una plataforma que lo distanciaba treinta centímetros más. Hay tanto que no sé de música, ojalá pudiera describir (como si eso sirviera de algo) la variedad de cosas que hacía el chabón para lograr esos soniditos que enriquecen tan piolamente los temas. Ponele, en un momento agarraba una campanita y le daba con un palo en el borde y alejaba el coso para que se sienta como el sonido se va, creo que así sonaba a viento. 

El show intercaló anécdotas con acomodar músicos, con amenazas de que los temas no iban a salir, ignoró los pedidos desesperados de los giles que pedíamos canciones que capaz nunca más íbamos a escuchar en vivo. Pero tocó LoboConvicciones, Viento Helado, no nos podemos quejar. 

Yo quería la lista, la lista manchada con la humedad que emanaba del vaso de whisky de ella, escrita con letra de birome, pero no, Rosario la doblo suavemente y la metió en la caja del xilofón. La lista del violero menos interesante fue velozmente mangueada por Arechaga, me primereó, pero yo quería la de Rosario que ya estaba guardada para siempre en esa cajita del xilofón. 

Rosario toca /Viento helado/ que es una de sus canciones más lindas, noto enfrente del bar, unos eucaliptos totalmente quietos,

porque no había viento, era una noche linda, suave, tierna y ellos lo entendían. Me gusta la letra, habla de que no nos gane la paja y salir a buscar algo; el amor o aventuras, pero lo dice copado, no como yo en estas líneas. Veía los eucaliptos que están enfrente de il amichi y flashaba que son dos, que al menos están acompañados. 

Cuando terminó el recital, Neurotic, el dj del bar, se copo con unos temas de IKV, pero yo no sabía como seguir la noche, le dije a la Princesa si ella se quedaba, dijo de esperar a Perla unos minutos. 

Para hacer la nota hago un poco de arqueología digital (googlear), me cruzo con el fotolog de Bléfari, que está abandonado desde 2011 y primero me descoloca recordar que existía fotolog, y que era una herramienta de difusión. Segundo que ella se refería a si misma como La 99, la del agente 86 y es parecida la wacha, también que en ese tiempo escuchaba Babasónicos, que pasteaba la letra de fan (la música no tiene mensaje/ la música no tiene moral / y sin embargo te lo daaaa) y espero que fuera porque la interpelaba el virgo de Adrián. 

Recordar es una herramienta peligrosa. Bléfari en estos días (mediados de octubre de 2015) está anunciando la presentación de la primera parte de Entre dos luces el documental de la banda Suárez, de la cual ella formó parte y que muchos aclaman como la fundadora del indie nacional. Yo no sé, los conocí después que a ella. El documental viene en dos partes, porque es siempre difícil recordar para atrás. Sin embargo tengo un vago recuerdo futuro de mí haciendo fila en el Gaumont para entrar a ver ese docu, estaba emocionado.





Pasó casi un mes, y quiero terminar la nota, que Beltrando ni espera ya, pero que escribo igual, como un recuerdo. Aprovecho además el envión de qué se juntan los Suarez: Rosario Bléfari, Fabio Suárez, Gonzalo Córdoba, Marcelo Zanelli y Diego Foser a tocar después de la proyección del docu en el festival de cine de Mar del Plata. 

Recordar es una herramienta peligrosa. Quiero terminar la nota para dejar de recordar.

Imagen1: Dibujo de Gustavo Sala para NacionalRock
Imagen2: Foto desde fotolog de Rosario Bléfari

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