jueves, 13 de junio de 2013

Miercoles Viscerales

12:10 a.m. Posted by DC No comments
Texto XV



    "Se encontró solo nuevamente,
sin tripulación, sin rumbo, recapitulando. Ya había alcanzado dos soles, recorrido distancias lejanas y desconocidas. 
   En su primera expedición viajo solo, el capitán y su nave, lo más importante de ese viaje fue descubrir el rumbo a tomar, y dominar los controles, entender si  era capaz de atravesar el camino que hacía falta.

   Libró feroces batallas, perdió en tantas como venció. Logro dominar el navío, o al menos lo creyó. Sin los manuales, con todavía mucho que aprender, pensó ir por un camino que parecía correcto y  que le permitió saltar pasos para no recostarse en el sonido monocorde de una música que no lo satisfacía por completo.

    
    Su segundo viaje ya tuvo copiloto, y como era de esperar lo complejo aquí, no era decidir el destino que aunque lejos estaba, ambos lo observaban bajo el mismo visor, sino aprender a navegar con el otro tomando también decisiones importantes y necesitando de él como apoyo. Durante esta empresa su sucedió una tercera, ya con un cargo inferior, donde lo crucial era adquirir información para el cuarto. Este -el tercero- fue el más largo, y en su obstinación por el objetivo, enfrascado en sus actos y placeres perdió su copiloto, e interrumpió el viaje al segundo sol. Solo no podría, la estrella roja era demasiado logro para uno; y entendía que de no llegar con el compañero adecuado, los resultados serían catastróficos.

    
    Con el sol verde en su palmarés, llegó al azul. Un viaje que le costó trabajo, y en el cual supo entender que la ayuda desde la base era crucial; no dudo en recostarse sobre ella. Aquí  guardó contacto con naves amigas, y trazan, aun hoy, en la parsimonia de la seguridad adquirida, los mapas hacia una aventura mayor.

    Decidió luego, con buen tino, descansar sus músculos, retirarse. Pero el tiempo escogido fue más de lo que hubiera pensado necesitar. Ahora se encuentra con las piernas inquietas, preparando nuevamente el equipaje, para esta nueva odisea que tiene su ruta inicial fijada, pero que no sabe dónde desembocará.


    Este navegante de movimientos firmes por temporadas, aunque dubitativos en el balance final, no puede encallar demasiado tiempo el  confort que le ofrecen los puertos. Necesita moverse, reparar pronto su artefacto y seguir viaje; porque entiende que ningún montaraz se hace sentado; no en las mieles de un pasado recorrido."



El de pantalones rayados, y así misma está su razón.

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