tl:dr; Hernán Jacinto tocó a las ocho de la noche del viernes diecinueve de agosto en el segundo edificio de la Untref sede Caseros, ese que tiene un auditorio hermoso. Hizo un tributo de enganchados flasheros de Spinetta, adelantó canciones de su último disco y tocó versiones de temas que le gustan.
Por: Luis Segovia
Acompañado de un piano de cola negro, en un look que voy a describir como charlyficado (pelo con rulos peinado a dos aguas despeinado, bigote y lentes gruesos) el intérprete que tiene una trayectoria enorme y una edad no tanto (cumple 35 en el próximo halloween) dio un recital de hora y media donde disparó con variopinta munición a los asistentes. Se que esa frase no significa nada, pero no sé de jazz, no sé de música. No me animo a sanatear fuerte.
He de arrancar diciendo que todo lo que sé de jazz, lo sé a partir de una canción de Julio y Agosto, de la cual transcribo un fragmento de su letra, pero recomiendo toda su escucha: “Cada vez que vengo al concierto de jazz se me cierran los ojos no puedo evitar pensar cosas raras, entonces me acomodo porque sé que va a venir, primero los colores, los temblores y después sueños raros, cosas raras”
El show
Seguí esa estrofa como un manual. La primera etapa del recital estuvo marcada por el tributo libre a Spinetta, reconocí un poco de Muchacha, no puedo decir cuales fueron las otras canciones tributadas incluídas en el enganchado de más de 30 minutos imparables con el que Jacinto arrancó su show.
En la escucha de la etapa final del primer tercio (aún no dije que el recital tuvo tres partes, pero se entiende igual) estuvo marcada por algo que me impedía “cerrar los ojos y acomodarme para los colores y los temblores”, se frenaba imprevistamente, sincopando, no uso la palabra en el sentido musical, porque no sé una chota de música, pero si fueran palabras parecería que quitaba algunas letras. Sospecho que era una versión de la Cantata de puentes amarillos pero aparte de esa estructura que tiene la canción que podría representarse con esas rupturas de la melodía, me descolocaba, cosa que no hace la Cantata. Me distraía del flujo, como en las películas de terror que te ponen una imagen tranquila y en un flash el grito y el monstruo. Bueno así sentí eso que puede ser el tributo a la Cantata.
La segunda parte del show estuvo signado por un popurri de interpretaciones de canciones que Jacinto quiso compartir con los que fuimos. Fue como dijo él “una noche de enganchados”. Se veía que tenía afinidad emotiva con ellas, pues siempre las antecedía con unas palabras de aprecio.
Así en esta etapa interpretó De tu lado del mar, de Carlos el Negro Aguirre, Alas Blancas de Hugo Fattoruso, Cosa linda de Danilo Pérez, que Jacinto se esforzó en aclarar que no es de Danilo Pérez, pero que no se acordaba el autor, y notó al googlear, que es difícil saber de quién es, porque la primera respuesta es un video hecho con la tapa del disco de Pérez, y después son todas interpretaciones de Hernán Jacinto! De a poco la desmemoria de la autoría se hará fantasma y quedará como un zahir borgeano en la cabeza del pianista. Espero (*).
Todos los nombres que menciono forman parte de ese planeta impropio para mí que es el Jazz, los menciono porque los mencionó Jacinto. Otra vez soy más un eco que una persona. Googleo para crecer un poco de ese estado, y no hay respuesta, no están esos temas colgados, tal vez los anoté mal.
Y es una cagada, porque el show fue lindo, fue una experiencia íntima, relajada, permitía dispersar la mente y dejarla ahí para que la paseen un rato, Jacinto no da dudas de su talento y su técnica magistral, retomo una frase que dijo cuando se cumplía la hora y cuarto de show “No sé si toqué una hora o siete, alguien me dice la hora?” y es una cosa que se entiende, el músico se deja llevar también y somos todos rehenes de la música. Música que ya encontraré la forma esté más cerca.
Hago un paréntesis y hablo un poco del lugar. La Untref tiene un auditorio hermoso. Mucho más acogedor que el de UNGS, que es el que más visito (una comparación odiosa que agrego gratuitamente). La estructura del auditorio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero aumenta el aislamiento sonoro al tenerlo enterrado, encajonado y alfombrado, lleno de laberintos en el techo. Es imposible recordar que hay un tren a menos de sesenta metros pasando cada 10 minutos, no se escucha nada externo. Todo está diseñado para disfrutar de un acondicionamiento acústico que favorezca una inmersión y permita lo que la canción de Julio y Agosto propone, excepto las puertas de la cabina de sonido. Suenan zarpado en chirriantes cada vez que alguno las abre. Es ponerse en hincha pelota decir esto, pero con dos gotas de penetril lo solucionamos y después hacés la final del campeonato de sigilo ahí.
La tercera parte del show tuvo un quiebre al introducir temas de su último disco (que creo que es Camino, de última escuchalo que está bueno) que sacó en 2015, y donde la característica distintiva de este quiebre fue que la utilización de la voz y el canto. Durante el show había hecho unos gemidos y unos silbidos como acompañamiento de los golpeteos de teclas pero venía siendo un show netamente instrumental.
En el cierre del show Jacinto dijo: "Teniamos miedo que no venga mucha gente", y me imagino por qué. El jazz es un planeta aparte. La licenciatura en Música de la UNTREF intentará que ese mundo colisione con otros en su Tercera Temporada del Ciclo de Conciertos para Piano, donde se podrá escuchar artistas de jazz, folklore, y música clásica. Es esperada la destrucción total del planeta.
Fotografías: Sofía Santangelo
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