miércoles, 20 de enero de 2016

Extraño los veinticuatro en el quincho. O lo que pasaba por mi cabeza.

2:51 p.m. Posted by DC 4 comments
<Miercoles Viscerales>

Parece un relato navideño, no lo es. Lo prometo.




Extraño estar ya bañado y vestido con ropa de salir a las seis de la tarde, en esa ‘casa de domingo’ corriendo con una “estrellita”, entre feliz y decepcionado, porque me gustaban más las “vengalitas”, pero los “fosforitos” me daban miedo, y acompañado de una estela de gritos detrás: “¡Te la vas a clavar en la cara! O ¡Te va a entrar una chispa en el ojo!
Trataba de estar a la altura de lo que se espera de alguien de ocho: ser un dolor de huevos hiperquinético y punzante. Hasta que algo de verdad pasaba y me fajaban… cosas.

Pero esa sensación de incorrección al estar transpirado treinta minutos luego del baño, manchar de verde las rodillas del “vaquero”, esa sensación de oler leña y carbón, de ser de los primeros y esperar a mis primos, contar las horas para ver a mis viejos y sus hermanos intentar fallidamente lanzar fuegos artificiales y exitosamente fallar en volarse un dedo, convergen y se reducen todos, como una mezcla de ingredientes, a un solo recuerdo, más bien un pensamiento, una certeza: Lo mejor está por venir.

Son las seis de la tarde, a la noche es navidad. Lo mejor está por venir.
Yo vestido de manera incomoda y mis tíos todavía en cuero y short haciendo el asado. Crecer, lo mejor está por venir. Cagarme de hambre porque ya va a estar el asado. Lo mejor está por venir. “Terminate la comida”, ya vienen los confites. Lo mejor, definitivamente, está por venir.

Esa añoranza de que esto que sucedía mutaría en privilegios, en capacidad de acción, en motivaciones, en lo nuevo y mas lindo, o nuevo y más complicado, o nuevo y más satisfactorio ¿Ya ven cual palabra se repite? Eso es lo que necesitamos; lo que necesito.

Fingilo hasta que te lo creas, o, fingilo hasta que te conviertas.


Que “todo tiempo pasado fue mejor” es algo mezquino, creyendo un poco en la premisa detesto y pisoteo lo que de verdad hay en ella, porque no puede ser así, y sinceramente terminemos todos con nuestras vidas en este momento si es, ya carecería de sentido.
Pero tengo que todavía ser, más de veinte años luego, ese cabeza de cebolla albino que pensaba que todo lo bueno estaba pasos adelante. Trato de hacerlo, es difícil, y será por eso la nostalgia que me da el recuerdo.

Porque veamoslo de esta manera: Ya pasado el veinticuatro, fiesta, asado, dulces, regalos, petardos ilegales, alcohol, familiares disfrazados de homosexuales (no de mujer, de putos, bueno ¿Qué querés? los noventa), ya pasada la apoteosis, ese pibito seguía queriendo al día siguiente, los eperaba como si todavía le faltaran mas maravillas por experimentar.

Era un mediodía con las calles vestidas de la lluvia que pasó, la humedad fría entrando en la nariz, otra vez con ropa de salir, aunque esta vez era ‘vestido de quedarse a recibir gente’. Flash en una mano, Linterna Verde en la otra, y esa misma sensación de entusiasmo por lo venidero.
Todavía falta fin de año, pero ese es sin regalos así que tanto no importa, mi cumpleaños, las vacaciones, Santa Teresita con sus noches de fichines indiscriminadas; cada año más discriminadas, primero por un peso: cuatro, luego por un peso: tres y un vuelto de risa. Progresivo pero doloroso.

O sea, se venían los besos, el alcohol, coger, el porro y el porno (bueno sí, el amor también) mirá si no era suficientemente bueno lo que estaba por venir.
Y ahora que todo eso ya está ¿Qué? ¿Tengo que reinventarlo? ¿Tengo que salir a buscar más? ¿Hay? Bueno para algunos, sin dudas. Pero para mi ¿Vale el esfuerzo?

No extraño ser chico, claro que no, me gusta ser dueño de consumir todas estas sustancias cancerigenas que tengo al alcance, no extraño los muñequitos (la camioneta de las tortugas ninja sí), si no, pensar como él.
No había paroxismo que me deje con esta tristeza poscoital eterna, ahogada en café y cigarrillos. No había decaimiento, había solo ataque y relajamiento, ataque, relajamiento.

¿Melancolía? Sí, pero del pensamiento. De pensar que no hay evento mayor que el que está por venir.
Hoy soy, mayormente, lo opuesto a ese pendejo ¡Pero la puta madre fuimos la misma persona! Soy ese.
Quiero eso. Lo traigo de apoco. Lo finjo hasta que me convierto.


El de pantalones rayados



4 comentarios:

  1. Excelente, una descripción exacta de cada 24 de diciembre y no es realismo mágico. Lo bueno siempre estar por venir, salvo cuando confluyen el pasado y el futuro en el presente, ahí lo bueno se torna más incierto.

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