Un montón de lugares
comunes ordenados en cinco párrafos.
Y con esto no me refiero a los huevos; que hacen falta y mucho, como para tirar un centro cuando
los segundos apremian, o para recibir a un delantero solo con pelota dominada
en el área, a esa especie de ferri, envenenado y furioso con nuestra alma, al
que tenemos que desactivar con un “toque”, y sin romperlo, sin hacerle penal.
No, no me refiero a “esos” huevos, contra-eufemismo pasional para el poder que
le otorgamos a ovarios y testículos. Si no, a los que lleva pseudo-exteriormente
el macho, e interiormente la hembra, y que no son causa o consecuencia del “no
saber de futbol”. Esto no corresponde a una ecuación de cromosomas, o a tener o
no, concha.
Uno no debiera permitirse jamás, tener un debate serio,
cuando el interlocutor no entiende por qué el arquero no debe sacar del arco
hacia el medio sino hacia los lados, por qué en un lateral derecho se hace
imperiosa la precisión para lanzar un centro
a la olla, por qué si bien el arquero debe cuidar el primer palo como a su
madre, no puede bajo ningún punto entregar el segundo, como cuando le
convidábamos el Sugus Amarillo a
nuestros compañeritos de clase (que insulso ese Sugus de miérda), y podríamos seguir nombrando condiciones excluyentes
para debate fulbolero, que los
relevos en defensa, que el córner se tira abriendo y no cerrándose, y tantas
otras. Pero es necesario plantear aquí, que entender el orsai, es cosa de
giles. Nadie gana un debate sabiendo que si la pelota sale de lado, el jugador
contrario repone con las manos lanzando desde la nuca, nunca hemos resuelto el
4-0 contra Alemania, entendiendo que el cabezazo de Ortega a van der Sar debe
ser penalizado con roja… giladas.
No me he encontrado hasta ahora con mujer alguna con la cual
debatir racionalmente sobre este deporte tan lindo y tan puto, a veces, un
jugada después. Pero eso se sostiene en que no entablé contacto con una mujer
que guste de ver, cada fin de semana, noventa minutos donde se juegan cuarenta
y los cincuenta restantes son de veintidós forros haciendo tiempo.
Si me he cruzado con varios hombres que desde su lugar de
“no soy futbolero” se atreven a cuestionar un 4-3-3 frente a un 3-5-2. O que
bajo la bandera del conocimiento futbolístico, prefieren mirar el final de
temporada de Breaking Bad, cuando en San Martin, Chicago y Chacarita definen el
honor disfrazado de Categoría (ni que
hablar de ese amigo que sigue a su jugador fetiche por toda Europa, pero no
sabe con quién juega “su” Boca, dentro de dos días).
Por eso digo que el futbol no es una cuestión genital, y
parafraseo un twitt que lei hoy, pero acertado a medias (http://cor.to/A81W). Lo que convierte a las
personas en ser capaces de llevar adelante un debate sobre el Sí o el No del doble cinco, es su
habilidad para el análisis (por más que sean de esos nefastos que creen que un
penal se puede patear de otra forma que fuerte y arriba) y para la comprensión
de conceptos tácticos, no el hecho de conocer las reglas y ciertamente no su
capacidad para fecundar o ser fecundada.
mB - dC2
0 comentarios:
Publicar un comentario
Dejanos tu comentario...